La mayoría de las personas han experimentado alguna vez en su vida esa sensación de hostilidad debido a que sus horarios de alimentación se han visto amenazados por alguna situación de improvisto que provocó retraso en la rutina o simplemente por falta de organización para tener a mano las comidas o meriendas correspondientes y así, prever ataques de hostilidad causados por el hambre. Esto ocurre debido a que la grelina, hormona encargada de provocar hambre, también causa otras reacciones como la alteración de nuestra capacidad de autocontrol, trayendo como consecuencia la impulsividad o negatividad a la hora de tomar decisiones racionales tanto con palabras como con acciones.
Por consiguiente, si eres de los que cuando siente hambre las cosas se complican aún más, tu estrés aumenta, tu capacidad de concentración disminuye, tu funcionalidad en actividades diarias se ve afectada e incluso tus relaciones interpersonales, es recomendable tomar acciones preventivas, ya que luego de reaccionar impulsivamente, no podemos retroceder el tiempo y podríamos perder relaciones importantes u oportunidades de éxito.
Entre las alternativas que podemos llevar a cabo en los momentos de hambre y hostilidad, sugiero primeramente comunicarse, bien sea con sus hijos, compañeros o pareja, para darles a conocer la situación (tráfico, trabajo extra, cambios hormonales o simplemente un día difícil), de esta forma reducimos la posibilidad de falta de comprensión por parte de otros acerca de lo que estamos pasando; a su vez, dar a conocer lo que estamos sintiendo también suele ser de gran ayuda, ya que a todos nos gusta ser escuchados y quizás alguien pueda darnos una mano. Solicitar ¨tiempo fuera¨ en una conversación desgastante o que advierte posibles reacciones negativas, también es una excelente alternativa en compañía de la respiración. Prevenir la impulsividad es nuestra responsabilidad, por lo tanto, organizar la agenda el día anterior, nos permite disponer de meriendas, comida e hidratación para largas horas fuera de casa.