La adolescencia es un período de cambios por los que todo ser humano transita y, cuando llegamos a la adultez y nos convertimos en padres o cuidadores de adolescentes, muchos de nosotros reprimimos y olvidamos esta etapa, como si nunca hubiésemos transitado por ella, dejamos a un lado el recuerdo de lo que se siente ser adolescente, los desafíos sociales, emocionales y personales que se experimentan y, esperamos que nuestros jóvenes piensen y actúen como adultos en este período de sus vidas, cuando aún no poseen la madurez cognitiva y vivencial para comportarse como tal y asumir lo que implica la adultez.
Así que si eres de esos padres que le gustaría desarrollar una comunicación efectiva con su adolescente, tanto en situaciones de alegría, como en las de crisis, es importante comenzar por reconocer que no hay receta precisa, segura o exitosa, pues lo que funciona con unos no funciona con otros, cada adolescente es particular, incluso si son hermanos y se han criado con las mismas condiciones y costumbres y, particularmente, cada adolescente pertenece a una generación que seguramente es muy diferente a la que vivenciamos en nuestra propia generación.
Entre las recomendaciones básicas para construir una comunicación con tu adolescente, se encuentra el elegir un lugar apropiado y cómodo en el que él o ella se sienta importante para ti, permitiéndole estar de pie si así lo desea (en el caso de temas vergonzosos); practicar la escucha activa; ser empático y amable, procurando estar receptivos con gestos y posturas ¡sí, cuida mucho gesticulaciones!; atendiendo a lo que él o ella desea comunicar, aceptando sus pensamientos y opiniones diferentes, validando sus emociones, aunque te parezca que se ahoga en un vaso de agua; sin interrupciones ni sermones (a menor número de consejos, mayor serán los consejos que pedirá); evitar dirigir tu atención hacia otras labores o el teléfono, son elementos elementales para iniciar un ambiente de confianza entre padres e hijos.
Al mismo tiempo, es bueno saber que, la relación paterno filial se fortalece cuando los padres logran demostrarles con su propio ejemplo a sus hijos de que los problemas al igual que los momentos de alegría, se viven mejor cuando estamos acompañados y apoyados de alguien que nos quiere, y, juntos establecer soluciones asumiendo las consecuencias correspondientes.
La contención emocional y la transmisión de esperanza de solución a nuestros hijos en momentos difíciles, juega un papel importante para nivelar sus estados de ansiedad, inseguridades y preocupación acerca de lo que les está sucediendo o la situación por la cual está atravesando y enfrentándose, ya que cuanto más grande sea el problema, mayor optimismo y confianza conviene brindarles, recordando que estás prácticas de inteligencia emocional y manejo de las mismas, los acompañarán a lo largo de sus vidas y relaciones interpersonales.
Recordemos que somos responsables y causantes de las acciones de nuestros hijos y con la actitud correcta y la psicoeducación constante, lograremos que algunos problemas disminuyan y otros, incluso, desaparezcan.
De igual forma, el acompañamiento de un profesional en el área te proporcionará las herramientas para entrenarte y asesorarte mientras llevas a cabo estas prácticas, soltando la culpa y abrazando la responsabilidad como adulto y cuidador de llevar de la mano a tu adolescente hacia la seguridad de que posee un pilar de amor seguro y firme, sin necesidad de recurrir a informantes externos o alternativas tecnológicas en las cuales podría recibir información errada o distorsionada.
Finalmente, nunca olvides felicitar a tus hijos por confiar en ti y comunicarte acerca de lo que está viviendo, ya que esto lo invitará a buscarte y recurrir a ti en futuras ocasiones.